
Jairo Andrés Murillo Roldán
“Un día puedes estar mal, llevado del putas, con hambre, tratando de sobrevivir vendiendo
manillas, cuadros, haciendo pintu-caritas de catrinas en el parque Olaya Herrera (Pereira) y
otro día puedes estar simplemente con todas tus necesidades satisfechas, subiendo a Machu
Picchu con una botella de vino en la mano, frutos de la tierra y de compañía la mujer que
amas” Robín Ovando.
Robín y Marcela son dos personas que siempre han sido amantes del arte, que cualquier
figura u objeto pueden transformarlo y convertirlo en algo útil. Se conocieron porque el
destino lo quiso así, eso dicen ellos. Robín con unas marionetas que llevaba a su taller y
Marcela en sentido contrario con las manillas y aretes que vendía en el centro, chocaron y
he ahí donde todo cambio, empezaron a recoger sus cosas y cuando sus miradas se
cruzaron… algo hizo clip. Él tenía su propio taller donde pintaba y realizaba sus pinturas
para vender, ella hace manillas y aretes con objetos reciclables para vender donde se
pudiera. “Todo surgió de la nada, el me invito a tomar una taza de vino y pues no le vi nada
de malo, así que acepte” dice Marcela con una sonrisa en la cara.
De ahí en adelante entre ellos todo se empezó a dar, como en toda relación cliché del
mundo. Se conocieron, se gustaron y se volvieron pareja. Pero una pareja distinta,
congeniaban con muchos de sus ideales, así que un día sin pensarlo dos veces, tomaron la
decisión de irse de viaje. Pero ellos no eran una pareja que vivían de un trabajo,
simplemente cada uno subsistían con el diario que podían conseguir vendiendo lo que
hacían. Así que decidieron irse de ‘mochileros,’ son esas personas que viajan por el mundo
de aventón en aventón, vendiendo manillas o cualquier cosa que les de comer o como la
gente normalmente los llaman “hippies que no se bañan.”
Sur de Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú fueron los países que visitaron. “Nosotros
simplemente tomamos una decisión, ahorramos dos meses y cuando ya teníamos lo justa
para llegar hasta ecuador en bus; arrancamos, de ahí para adelante comimos mierda. Nos
pasó de Todo, tanto momentos malos como los más felices de mi vida” Robín. Un día
estaban acampando en playas Ecuatorianas, no solo eran ellos habían muchos ‘hippies’
mas, personas que conocieron, que les ayudaron o más bien se ayudaban entre sí, en la
noche todo fue fiesta, nuevos conocidos reencuentro con amigos que habían hecho en el
camino. Pero en la mañana cuando Robín y Marcela estaban recogiendo su carpa se dieron
cuenta que les faltaban varias cosas, como una cámara y un morral donde tenían la poca
plata que les quedaba, toda la felicidad que habían tenido en la noche, había desaparecido.
Recogieron sus cosas y no les quedo más que seguir su camino. Su próximo destino era
Machu Picchu y tenían que llegar sea como sea.
“De las cosas que le aprendí a mi madre y unos seis años en los Scouts fue cocinar, así que
empecé a buscar trabajo en restaurantes, no fue fácil, pero hasta que por fin una señora me
dio la oportunidad de mostrarle como era la apera colombiana y le gusto tanto que me dejo
trabajando allí” Marcela. Estuvieron un mes y medio en Ecuador, trabajando en el
restaurante pero también seguían haciendo pinturas y otras cosas para recoger el dinero lo
más rápido posible. Unos días estuvieron en los semáforos haciendo estatua humana de
catrina, Robín era la estatua, mientras Marcela recogía la plata y así fue. Por fin después de
una larga e inesperada parada… pudieron continuar.
Fueron muchas personas las que conocieron en campamentos, hostales y albergues. Unos
simplemente de pasada, otros que aun consideran amigos y otros que se volvieron familia,
uno de estos casos es el de tres argentinos que conocieron en la frontera Ecuador-Perú.
Decidieron seguir su camino junto a ellos, e ir a su lugar de destino.
“Siempre hemos creído que nuestra madre tierra es la que nos da todo, gracias a ella
llegamos a la ciudad de Machu Pichu. Así que decidimos hacerle un tributo. E hicimos una
toma de yagé, fue la mejor toma que he hecho, allí sentí como la ‘pacha mama’ me
hablaba” Robín. Una toma de yagé es un ritual que hacen los indígenas para limpiar su
cuerpo por medio de una bebida de una planta, y recibir todo lo bueno que les pueda dar la
madre tierra. En el transcurso del viaje decidieron empezar a subir Machu Picchu la ciudad
de piedra que se convirtió en el mejor lugar de los dos.
Dice Marcela que allí se le pronuncio Azulu, que era un guerrero demasiado fuerte de la
tribu Africana Zulú, quien le informo que venía un cambio de vida para ella y Robín.
Después de Machu Picchu decidieron que ya era hora de regresar a casa, pero lo iban hacer
con el mismo rumbo en que llegaron; Perú, Ecuador, Bolivia y por ultimo Colombia. “En
las playas de Ecuador siempre me pasaba algo… esta vez no fue nada malo, pero decidimos
quedarnos a trabajar en el restaurante un tiempo, mientras hacíamos el dinero suficiente
para volver, allí un mes después me di cuenta de algo que nos cambiaría la vida” Marcela.
Marcela había quedado embarazada, se dio cuenta cuando ya tenía dos meses de embarazo,
esto hizo que sus planes cambiaran, no tenían el dinero suficiente para volver, su
alimentación no era tan buena, así que tuvo que acudir a su familia para que les ayudasen.
Su padre les mando el dinero para que se regresaran y eso hicieron, ahí habían entendido el
mensaje de Azulu.
“Sabemos que vivir del arte no es nada fácil, cuando tenemos que comer bien pero cuando
no hay también. Pero con un bebe en camino es total mente diferente, había que velar por la
guerrera Azulu que ya venía en camino” Robín. Lo que había sentido Marcela era cierto sus
vidas dieron un giro de 360 grados, alrededor de una sola cosa, su bebé. No les fue para
nada fácil, tuvieron que cambiar muchas cosas de su vida entre ellas el dejar de ser
nómadas, de vivir de lado a lado y tener que vivir en una misma residencia. Mientras el
embarazo trabajaron en lo que se podía y así ahorrando y consiguiendo lo que les fuera útil
para ese ser que ya venía en camino.
“Si la vida, te da otra vida ese ser no viene solo. Viene cargado de vibras positivas, todo en
nuestro entorno empezó a cambiar y se empezó a ver esta nueva familia” Robín. Su familia
fue de gran apoyo, consiguieron una casa donde los costos no se les van tan altos y allí
construyeron su taller, ahora Robín no solo pinta también hace lo que le aparezca, marcela
mientras cuida su bebe, vende comidas, postres, dulces y también manillas aretes con su
lema que es MR2 (Mundo reutiliza rediseña) que al mismo tiempo es su nombre y
apellidos, Marcela Roldán Restrepo.
Su casa se encuentra en la Hacienda cuba, un barrio un poco más allá de los 2500 lotes, en
la ciudad de Pereira, su hogar desde afuera refleja ya ese aire ‘hippie’, entre atrapa sueños,
mándalas se encuentra el ante jardín que está encerrado con rejas doradas, al abrir la puerta
se puede observar que en esta casa si son artistas, lienzos terminados otros sin terminar
pinturas y un cierto aire a tranquilidad en toda la casa. Por muchos lados se ve la palabra
Azuleja o Azulu, quien es la pequeña de esta pareja. Su nombre es Salome ya tiene un año
y tres meses, quien ha convertido todos los pinceles de su papá en juguetes, una pequeña
que se puede decir, es fruto del amor, la paz y la tranquilidad.
No son ricos, pero tampoco les falta nada es un trio inseparable, que viven del arte, de los
cuadros que hace su padre, las exposiciones, las esculturas de su madre y la ayuda del resto
de su familia.