
Laura Ochoa Guzmán
Era la 1:30 de la mañana, el teléfono del call center estaba sonando. Lorena quien ya
cargaba con ojeras del trasnocho, impaciente contesta, era una llamada desde España,
una clienta estaba ansiosa por saber su destino. Auriculares listos y todos los
implementos preparados; el tarot de Marsella, el tarot gitano-ruso, el tarot de los
ángeles, las runas y la bola de cristal estaban esparcidos por el escritorio. Ella se
dispone a barajar las cartas y a hablarle a la clienta de su presente, pasado y futuro con
el tarot de los ángeles, mientras en la línea esperan unas cuatro personas más del
exterior para ser atendidas.
Lorena Cardona tiene la cara alargada, los ojos brillantes de color café oscuro, nariz
aguileña, labios rojos con una perforación en la mitad de la parte inferior de su boca,
capul y cabello negro azabache.
Su trabajo lo adquirió de una manera muy peculiar, le bastó solo con rellenar una hoja
de vida y enviarla vía internet, pocos días después la llamaron para que asistiera a la
entrevista. Coincidencialmente su trabajo nunca fue como se lo imaginaba. ‘’A mí me
dijeron: Esta es una agencia del tarot, acá tiramos las cartas por teléfono, espero que no
se sienta incomoda por su religión. Yo no tenía ni idea de que existía algo así. ’’ –dice
Lorena. Como caído del cielo, llegó el trabajo que tenía más afinidad con lo que le
gustaba hacer.
El call center ubicado en el centro de la ciudad de Pereira es un lugar común. Al
ingresar allí se puede observar un corredor, al final del pasillo están las oficinas. Hay 18
cubículos donde se ubica cada persona que trabaja en el lugar, cada uno de ellos es
cerrado y consta de una mesa con ordenador, auriculares, teléfono, cartas y la bola de
cristal; algunas mujeres tienen velas encendidas en su cubículo. Lo más particular es
que allí solo trabajan mujeres que han tenido experiencias paranormales o simplemente
que creen en las cartas y en las energías.
Le pregunte si podía leerme las cartas.
-Yo se las leo, pero tiene que dejar de ser tan desconfiada
- ¿Cómo así?
-Usted se siente prevenida de cualquier persona que se le acerca, no todos le van a
fallar.
Me dice Lorena con mucha seguridad, en ese momento sentí que estaba con la persona
adecuada porque se notaba el conocimiento que tenía sobre el tema.
Las cartas tienen su misterio y Lorena aseguraba tenerle ‘respeto’ al tarot gitano-ruso.
‘’Este tarot se basa en la pregunta y uno se conecta directamente con la persona, le
tengo respeto porque todo lo que he tirado con este tipo de cartas ha salido, hasta
fallecimientos.’’
El tarot gitano-ruso tiene 25 cartas y 50 figuras, algunas son: el pan, el niño, la guadaña,
y el carro fúnebre…Cada una de ellas posee un significado muy extenso que podría
leerse literalmente en un libro.
Ella posee un don que le fue atribuido desde muy pequeña. Sin saberlo empezó a
percibir presencias de gente fallecida a su alrededor lo cual le causaba cierta confusión.
‘’Recuerdo que cuando tenía 11 años, estaba escondida detrás de un árbol porque estaba
jugando y cuando me asomé por un lado vi una mujer vestida de blanco y me acerque
porque la vi llorando, le pregunte que le pasaba, ella me tomo de la mano, me asusté
mucho porque estaba fría y en ese instante se desvaneció’’ Contaba Lorena con mucha
tranquilidad.
A raíz de esa experiencia descubrió que podía ver visiones o difuntos. Su vida siempre
ha estado permeada de las artes ocultas debido a las vivencias que la marcaron desde
niña. Las personas que ella veía eran muertas, esto le causaba mucho temor y presión
psicológica, se desahogaba contando esas situaciones a las personas que la rodeaban y
por esa razón se fue desvaneciendo poco a poco su don. ‘’En parte agradezco haber
perdido el don pero en parte no –dice Lorena-, lo agradezco porque veía cosas muy
fuertes y solían ser visiones extensas, veía personas llenas de sangre, amputadas,
sufriendo...pero siento que tampoco debí perder ese don porque si nací con él, era
porque quizá debía ayudar a las personas’’.
Conoció a Hernán, un parapsicólogo que ayudó a desarrollar su don, sin embargo, sus
nervios se pusieron de punta cuando asistió a una finca en compañía de ese hombre y
vio a toda una familia ahorcada con unas sogas que colgaban de un árbol. Desde ese día,
fue tal el impacto que dejó de ir a cementerios, velorios y entierros.
Empezó a animarse por el tema del tarot después de esas situaciones, fue así como el
trabajo en el call center le sirvió para potencializar sus habilidades, Lorena sintió desde
muy pequeña que podía conectarse con las personas y ver cosas en ellas, gracias a las
visiones, descubrió que tenía un ‘tercer ojo’ que le permitía percibir las emociones que
tenía una persona con tan solo mirarla y sentirla.
‘’Acepto que lo que hago está mal hecho porque manejo energías y cosas que
trascienden mucho más allá de lo físico –dice ella-, esto realmente trae mala suerte, uno
tiene la desgracia de contagiarse de muchas cosas que puedan tener los consultantes que
llegan a mi’’.
Al aceptar que las practicas que ejerce pueden traer consecuencias, afirma que así llegue
a perder su trabajo por algún motivo, no dejaría de ‘tirarle’ las cartas a las personas
porque lo hace por gusto y convicción. Así como la chica que llamó desde España para
averiguar sobre su futuro, existen muchas personas más, no solo por teléfono sino
presentes en la vida de Lorena que acuden a ella para averiguar su destino.